Reconecta con el frío para mejorar tu salud

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“Si elegimos siempre la comodidad nunca aprenderemos las profundas capacidades de nuestra mente y nuestro cuerpo”. Wim Hof

Cuando nuestro organismo es sometido al frío ocurren cosas maravillosas, se activan en nosotros una serie de respuestas grabadas en nuestros genes con multitud de beneficios para nuestra salud. No podemos olvidar que nuestra especie conquistó gran parte del planeta al final de la última era glacial. El frío siempre nos ha acompañado. Lo que ocurre es que, en nuestro afán de lograr vidas más fáciles, cómodas y seguras, hemos dado de lado a este viejo amigo. En el artículo de hoy te enseñaré a reconectar con el frío para poder obtener todos sus beneficios.

El confort térmico

El desarrollo de las sociedades nos ha permitido tener acceso a una serie de comodidades impensables hace unas pocas décadas. Su uso nos ha traído muchos beneficios, por supuesto, pero nos ha alejado de nuestros viejos amigos. Nuestros genes se forjaron en la adversidad, generando respuestas adaptativas protectoras a desafíos ambientales como el frio, calor, ayunos involuntarios por falta de alimento, etc.

La vida moderna hipoteca nuestra salud futura en pos de la comodidad presente. Vivimos en un mundo anestesiado de estímulos, en donde las respuestas biológicas de antifragilidad grabadas en nuestros genes, se difuminan en las horas que pasamos sentados en cómodos sillones, con la calefacción a toda mecha, devorando ultraprocesados y sin más reto intelectual que la elegir una serie de Netflix (de hecho, la mayoría de las veces Netflix elige por nosotros).

Defendernos del frío supone un gran gasto de energía, lo que fortalece nuestro metabolismo (la capacidad que tenemos para generar energía desde los alimentos). Lo que ocurre es que, con la llegada de la calefacción, hemos perdido este estímulo. La temperatura promedio de las casas se ha elevado, atrofiando en parte, nuestro metabolismo. Según la evidencia científica, este hecho favorece a la obesidad.

Mi historia con el frío

La primera vez que tuve una aproximación al frío como elemento terapéutico fue en 2014. Fue durante un congreso de Psiconeuroinmunología Clínica, en el que nos hablaron sobre el Método Wim Hof. Wim Hof es el creador del método que lleva su nombre y éste se basa en 3 potentes pilares: La respiración, la meditación y la exposición al frío. Es un holandés de 60 años, conocido como Iceman. Ostenta 26 récords mundiales. Es objeto de estudio en once universidades americanas, y en su haber ostenta gestas como correr un maratón por el círculo polar ártico en pantalones cortos o nadar 10 kilómetros en un glaciar.

Lo más increíble de todo es que, según Wim, él es una persona normal y corriente, sus hazañas se las debe a la práctica diaria de su método. En sus palabras,” una práctica constante y comprometida que incluya la técnica de respiración y la exposición al frío, puede ayudarte a desbloquear una serie de beneficios que incluyen: mayor energía, mejor sueño, reducción de los niveles de estrés, mayor concentración y determinación, mayor fuerza de voluntad y sistema inmunológico más fuerte”

Si te soy sincero, cuando conocí este método, la idea de mejorar mi respiración y meditar me parecieron unas herramientas muy poderosas para mejorar mi vida, pero en cuanto a la idea de pasar frío… digamos que no me entusiasmó. Yo era uno de esos amantes de las duchas con agua super caliente, inundaba el baño de vapor, hasta tal punto que parecía una sauna. Además, tenía la excusa perfecta en mi hipotiroidismo para ser friolero… Definitivamente el frío no era para mí. Hasta que un día eso cambió.

Había leído muchos artículos sobre los beneficios del frío, e incluso me había visto infinidad de videos de Win Hoff, pero seguía sin dar el paso de girar el grifo de la ducha hacia el agua fría. Digamos que había caído en la misma trampa mental en la que, a día de hoy, animo a pacientes y alumnos a salir. A que den el salto de la teoría a la práctica.

En mi afán de dejar ir miedos irracionales que me impiden avanzar, me dije a mi mismo “¿y por qué no vas a poder?, al fin y al cabo ¡es solo agua fría!”, y así fue. Desde entonces cada mañana me conecto con el frío. Seamos claros aquí: no es cómodo, pero merece la pena. Te activa de una manera asombrosa. Las duchas frías se han convertido en algo que forma parte de mi día a día, hasta tal punto que me he formado en el Método Wim Hof con Luke Wills, formador oficial del método en España.

Beneficios para la salud de la exposición al frío

El beneficio más obvio de exponerte al frío es el de fortalecer nuestra fuerza de voluntad. Vivimos en una continúa búsqueda del placer y la comodidad, así que cada vez que te obligas a hacer algo que no te apetece, tu voluntad se fortalece. Cada vez que te dejas vencer por la comodidad, tu voluntad se debilita. El momento de girar la llave de la ducha es un buen reflejo de tu fuerza de voluntad, sabes que te beneficiarás el sacrificio, pero algo en tu interior hace que te repela el frío. Tu respuesta en ese momento es más importante de lo que crees. La voluntad en las pequeñas decisiones de cada día moldea tu mentalidad ante la vida impactando en todos los aspectos de la misma.

Existe una sólida evidencia científica de que la exposición al frío beneficia nuestra salud en diversos aspectos. Según los estudios, la exposición al frío:

– Mejora la circulación.

– Acelera el metabolismo.

– Mejora nuestro estado de ánimo.

– Aumenta nuestra concentración.

– Mejora la respuesta inmunológica.

– Reduce la inflamación y el dolor.

– Mejora la calidad del sueño.

La exposición al frío es un claro efecto de hormesis, es decir, al exponer al cuerpo a un estresor físico agudo, despertamos respuestas celulares reparadoras.

MEJORA LA CIRCULACIÓN

Entre los beneficios para la salud de las duchas frías está la estimulación del flujo sanguíneo y linfático. Cuando sumerges tu cuerpo en agua fría, la sangre se concentra en los órganos vitales para calentarlos. Después, el corazón bombeará de manera más eficiente, impulsando la sangre a través de todos sus vasos y suministrando a cada parte de tu cuerpo el oxígeno y los nutrientes que necesita. Mejora tanto el flujo sanguíneo como el retorno venoso.

El sistema linfático es una red de vasos que recorren todo el cuerpo y esencialmente ayuda a tu cuerpo a limpiarse de deshechos. El sistema linfático se basa en la contracción muscular para bombear el líquido linfático a través de los vasos. Entonces, si no se practica ejercicio y el sistema linfático se vuelve lento o ineficaz, el líquido se estanca y las toxinas se acumulan. La inmersión en agua fría hace que los vasos linfáticos se contraigan, lo que obliga a su sistema linfático a bombear líquidos linfáticos por todo el cuerpo, eliminando los desechos del área.

BENEFICIOS METABÓLICOS

Cuando se practica de forma rutinaria, la inmersión en agua fría puede estimular de manera importante nuestro metabolismo. El agua fría obliga a tu cuerpo a trabajar más duro para mantenerte caliente (quemando calorías en el proceso) y facilitando la quema de grasa. Además de elevar el metabolismo, la exposición al frío mejora la sensibilidad a la insulina, lo cual mejora la gestión de los niveles de glucosa por parte de nuestro cuerpo.

Otro de los grandes beneficios a nivel metabólico del frio, es que mejora el funcionamiento de la glándula tiroides. Una de sus funciones más importantes es activar nuestro metabolismo para producir calor. Es muy común que las personas que padecemos hipotiroidismo tengamos dificultades para producir suficiente calor en nuestro cuerpo (si padeces hipotiroidismo seguro que te resulta muy familiar esa sensación de frío interno que no se quita con casi nada).

Lo cierto es que la tiroides es como un músculo, si la entrenamos se vuelve más fuerte y eficaz. Y, ¿qué mejor manera para entrenarlo, que darle el estímulo para el que está hecha? Es decir, someterla a los retos de temperatura. Exponernos al temido frío es una de las mejores formas de favorecer la conversión de la hormona tiroidea inactiva (la T4 que, por ejemplo, se toma con la medicación, el Eutirox) a la hormona tiroidea activa (la T3, que es la que hace que nos encontremos bien). La inmersión en agua fría no es un remedio mágico y nunca debe considerarse como un sustituto de una buena alimentación y la actividad física, pero lo cierto es que es un excelente.

MEJORA EL ESTADO DE ÁNIMO

Wim Hof suele decir que, si te sientes deprimido y sufres problemas de estrés, la solución es muy sencilla: crea hormonas de la felicidad. Y, la verdad que, atendiendo a los estudios científicos, razón no le falta. Tomar una ducha fría aumenta nuestra sensación de bienestar y mejora el estado de ánimo. El agua fría desencadena una avalancha de neurotransmisores a nivel cerebral, como noradrenalina, dopamina y betaendorfinas, que mejoran la concentración, el estado de ánimo y te hacen sentir feliz.

Estas sustancias liberadas en nuestro cerebro tienen también un potente efecto analgésico, por lo que las duchas frías pueden ser un gran aliado en casos de dolor crónico.

Esto convierte a las duchas frías en un tratamiento efectivo contra síntomas de depresión y, si se usan de forma rutinaria junto con ajustes en el estilo de vida, pueden complementar los efectos de los medicamentos recetados para mejorar el estado de ánimo. De hecho, muchos de los medicamentos recetados para mejorar nuestro estado de ánimo van encaminados a elevar estos.

Podemos resumir que el frío nos activa y nos motiva, convirtiendo la ducha fría en una gran forma de empezar el día.

REDUCE LA INFLAMACIÓN

Hoy en día sabemos que un estado inflamatorio crónico está en la base de casi todas las enfermedades crónicas modernas. La evidencia científica nos muestra cómo la exposición puntual al frío reduce la inflamación y eleva la capacidad antioxidante del cuerpo. Imagina el potencial terapéutico que tiene esto.

REGULA EL SISTEMA INMUNE

Nuestro sistema inmune también parece beneficiarse del desafío del frío potenciando nuestras defensas naturales contra infecciones. Como muestra de ello, en un estudio se encontró que, terminando la ducha con agua fría durante 30 días, se reducen las ausencias laborales por enfermedad.

Estrategias para aprovechar el frío

El ser humano tiene la capacidad innata de adaptarse al frío, lo que ocurre es que, en la mayoría de las personas, tras años de confort térmico, esta capacidad permanece dormida. Para despertarla solo tenemos que darle al cuerpo los estímulos necesarios, es decir, ¡par frío de vez en cuando!

Para adaptarnos al frio tenemos que “cambiar nuestro enfoque mental” y deshacernos de cualquier reacción física o mental negativa hacia el frio. El frio no es ni malo, ni bueno, simplemente es frío, una sensación más a la que nos queremos adaptar. Tenemos que dejar de ver al frío como un enemigo a batir y enseñar al cuerpo a “no reaccionar” ante él, es una sensación a la que nos exponemos de manera voluntaria para mejorar nuestra salud.

Esta practica no se trata de sufrir e intentar combatir el frio, sino de soltarlo todo, calmar la mente y intentar estar cómodos a través de la relajación. No podemos combatir el frio, siempre perderemos. Hay simplemente que soltar y aceptar, cambiar el chip y dejar que el cuerpo se adapte.

El mensaje principal que puedo darte para mejorar tu salud es que no busques una exposición crónica al frío, sino estímulos agudos puntuales. No quiero que pases frío constante, pero que tampoco te abrigues en exceso. Es por ello que ahora te daré algunas recomendaciones al respecto:

Tranquilo no te voy a pedir que te metas en una bañera lleva de cubitos de hielo (aunque es más duro de lo que parece y después te sientes increíblemente bien). Lo que si te voy a proponer son las duchas frías, porque es un estímulo puntual fácil de regular.

Consiste simplemente en darse una ducha de agua fría al día aguantando, según la tolerancia que vayas desarrollando, hasta un máximo de dos minutos al día. Si inicialmente solo aguantas 10sg, es suficiente, y así deberías ir poco a poco hasta un máximo de 2 minutos. Debe ser una ducha fría diaria, aunque puedes empezar con el agua caliente y terminar con el agua fría.

Otra idea para exponernos un poquito más al frío es no abrigarnos antes de salir de casa. Hacedlo cuando tengamos la sensación de frío y el cuerpo tirite mínimamente. No te digo que vayas desabrigado en invierno, pero tampoco te protejas en exceso. En casa, intenta pasar al menos un par de horas a una temperatura por debajo de 19ºC. Esto supone un estímulo tolerable para la mayoría, pero con efectos beneficiosos. Cuando te acostumbras a ducharte con agua fría, ya ni lo piensas. Todo lo contrario, te lanzas y después te sientes genial. Es un chute de energía que te prepara para lo que venga en el día.

NOTAS DEL ARTÍCULO

Términos y personas mencionadas:

Libros recomendados:

Libros sobre Wim Hof

Enlaces relacionados:

Web Oficial de Wim Hof

Documental sobre Wim Hof.

Enlaces a estudios:

Mavrogianni A, Johnson F, Ucci M, et al. Variaciones históricas en las temperaturas domésticas interiores de invierno y posibles implicaciones para el aumento de peso corporal. Entorno interior y construido . 2013; 22 (2): 360-375. doi: 10.1177 / 1420326X11425966

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